Hoy voy a contaros una anécdota que me contó un amigo lector de "Audiciones comentadas". En verdad parece más bien una leyenda urbana con tintes de realidad, y no he sido capaz de comprobar que sea cierta, pero como a mí me gusta inventarme parte de la historia para crear una historia más emocionante, pues adelante con ella. Pero ya digo que de lo que yo escriba, más o menos la mitad.
Zimmermann fue un compositor que nació en Alemania en 1918. Al principio trabajó unos planteamientos seriales como casi todos los compositores de su generación. Si componías en Alemania en los años 50 se suponía que era lo que debías hacer, porque más o menos el panorama musical estaba controlado por Stockhausen y eso era lo que él hacía, aunque claro, poco a poco todo el mundo (o casi todo) fue abandonando las técnicas seriales en favor de otras corrientes. Zimmermann eligió entonces utilizar la cita y el collage como un lenguaje de expresión en sí mismo. Aunque en su música hay cosas creadas por él, era muy habitual que sus piezas fueran un continuo fluído sonoro de elementos musicales muy diversos conectados por relaciones aparentemente inexistentes. Ya hablamos hace tiempo en este blog de "Música para las cenas del rey Ubu" y de cómo esta pieza está construida tomando como único material otras músicas.
Este requiem para un joven poeta es la penúltima obra que escribió en vida. Después vino Ecklesiastische Aktion y ya ahí se acabó todo. El réquiem es una pieza realmente monumental. Nos encontramos aquí con un recitador, una soprano y un bajo solistas tres coros mixtos, un combo de jazz, órgano, electrónica y orquesta. Una auténtica pasada. Mi amigo decía que Zimmermann había, de alguna manera, organizado el fin de su vida, y había decidido ponerle un punto y final más o menos apoteósico, escribiendose su propio réquiem, que como veis era bastante grande y suicidándose justo después. Sí es verdad que se quitó la vida, en 1970, pero también es verdad que el réquiem no fue su última obra, lo que le quita bastante romanticismo al asunto.
Evidentemente, utiliza su técnica de collage. Klang-pluralism la llaman algunos. En esta obra podemos oir directamente músicas grabadas. Escuchamos discursos de personajes históricos, sonidos de ambiente, documentos sonoros, música pop, recitales de textos de poetas, todo ello mezclado con actores, los cantantes, la orquesta... Zimmermann introduce varios textos "terminales": el último discurso de Alexander Dubcek, el 21 de Agosto de 1968, en el momento de la invasión de Chekoslovaquia por tropas del pacto de varsovia; textos póstumos de Wittgenstein; los finales del Finnegan's Wake y y del Ulises, de Joyce; el último poema de Miakovski y el último texto de Honrad Bayer. Hay música de wagner, de los beattles, de Beethoven, de Milhaud, de Messiaen... Hay textos literarios de Camus, de Schiller, de Esquilo, de Ezra Pound... y numerosos discursos y textos políticos (Hitler, Chamberlain, Churchill, Stalin, Goebels, Mao, Imre Nagy) y hasta grabaciones de lo dicho en el Mayo del 68 parisiense y en sus manifestaciones en la calle. También partes del ordinario de la misa de réquiem y hasta un texto del papa Juan XXIII. Parece ser que la experiencia endirecto es espectacular, pero el audio resta bastante, porque el oído no puede disociar de donde viene un sonido y de donde viene todo, y entonces todo se emborrona un poco.
El estreno se hizo en Düsseldorf en Diciembre de 1969 y parece que el compositor no asistió, porque estaba muy enfermo. Había adquirido una afección crónica en la guerra de Rusia, lo que por una parte le salvó de la guerra porque le licenciaron, pero por otra parte le tuvo enfermo toda su vida.
Y hoy lo dejo aquí, que bastante cansao estoy...
Aquí tenéis un enlace a un fragmento.
¡Saludos!
¿Cómo que de lo que escribas la mitad? Y yo que creía que me estabas culturizando (del todo, no a medias!!)
ResponderEliminar:p
No sabe lo que me alegro de haber encontrado tu artículo. Tuve el P R I V I L E G I O de participar en una representación de la obra en Hamburgo en el 2000 y es todo lo monumental que dices y aún más. Nunca había visto, - ni creo que lo vea y mucho menos aún que lo viva -, nada más grandioso en toda mi vida; la 3ª de Mahler comparado con esto es una jota ;)
ResponderEliminarDesde entonces tengo pendiente un proyecto, que es analizar las armonías no musicales de la obra; conozco a las dos personas que han editado la única versión no manuscrita pero eso no me ha facilitado gran cosa porque se han centrado en los aspectos puramente musicales (con lo que ya tuvieron bastante: como un par de años para transcribir el original).Así que, sigo con el proyecto en stand by hasta sabe Dios cuándo.
Te comento: la superposición de textos (incluídos los correspondientes a las partes corales) guarda una relación intencional, como puede deducirse del hecho de que la partitura se mida (y se dirija) en segundos, no en pulsos. Se necesitaba esa precisión matemática para superponer en cada momento preciso las diferentes palabras y frases. Esto nos lleva a que, si trazamos una línea "armónica" vertical entre las palabras que se escuchan en cada momento, obtenemos sucesiones de "acordes" textuales a través de los que Zimmermann trató de expresar todavía más de lo que se deduce de una audición lineal de la obra.
Si tienes algo de material o sabes de alquien que haya avanzado algo en esta teoría, te agradecería enormemente que me lo hicieras saber.
Ramón Canle
ramon@antifona.net
www.antifona.es
Hola Ramón.
ResponderEliminarQue va, poco más conozco de esta pieza que lo que he escrito aquí. Me interesó, investigué algo y lo escribí, pero no más.
De todas formas, investigaré por ahí.
Saludos, y gracias por comentar!