viernes, 7 de noviembre de 2008
La consagración de la primavera, de Stravinsky.
Hoy se me ha echao el tiempo encima.
El caso es que había una vez un tipo que tenía mucho dinero, porque era empresario. El tipo en cuestión se llamaba Sergey y se apellidaba Diaghilev. (o algo así, porque las transcripciones fonéticas siempre dan problemas).
El caso es que el tipo este se había instalado en París, y allí había llegado a la conclusión de que a la gente de bien, le gustaban los ballets rusos. Ya sabéis, Tchaikovsky, y toda esa gente. Así que montó una especie de ciclo en el que él encargaba ballets a compositores rusos, y la gente le pagaba a él por verlos.
Todo iba bien, bueno, iba bien entre comillas, porque los propietarios de los teatros se pleitearon con él y tuvo muchas deudas en verdad...
Bueno, decía que todo iba bien hasta que se le ocurrió, cerca del año 1913 encargar un ballet a nuestro amigo Igor stravinsky, que escribió "La consagración de la primavera"
En este ballet, un grupo de rusos ancestrales, decide honrar a la advenediza primavera sacrificando a una joven y delicada adolescente, por supuesto, virgen. Y lo hacen de una manera muy divertida: La obligan a bailar hasta que muere de agotamiento.
Algo así viene a contar el ballet. El caso es que los ritmos tribales, se reflejan bastante bien en la música, representados por acordes de ocho notas, mezcla en verdad de dos acordes distintos (creo que era uno de do y otro de Mib, pero no lo recuerdo bien, y no tengo ganas de coger la partitura)
Aparte de armónicamente, la obra funciona desde el punto de vista rítmico, melódico, tímbrico y desde todos los puntos de vista imaginables. Pero quizá fue un pelín agresiva para las conservadoras mentes de los parisinos de principios del siglo XX.
El caso es que debieron de pensar, que ya que la obra era tan agresiva, ellos, para entrar en sintonía con la pieza, bien podían ser agresivos también. Así que se levantaron de sus asientos, empezaron a silbar, a insultar, y bueno, se lió la hecatombe. Cuando llegó la policía estaban arrancando las butacas del suelo y tirándoselas a Stravinsky a la cabeza.
Eso es lo que cuentan las viejecillas del lugar...
El caso es que el propietario del teatro, que lo estrenaba aquella noche, quedó sumido en una profunda depresión de la que nunca se recuperó. El teatro en sí, tampoco se recuperó. A Stravinsky le dió un poco igual todo, a Diaguilev también, y la historia de la música, se puede decir que cambió con la consagración. Para mejor, por supuesto.
No sé que más contar. Otra leyenda urbana dice que andaba por allí Saint-Saëns, que cuando escuchó la primera melodía pensó que se trataba de un instrumento nuevo, se lo comentó a los que estaba por allí, y estos le aclararon que era era un fagot. Y entonces se cabreó y se marchó. Pero esta historia tiene muchas lagunas.
El caso es que yo recomiendo una versión entre todas las del mercado. La que dirigió Boulez a la orquesta de Cleveland.
Escuchadla y decidme si hay algo más bonito en el mundo.
Hala.
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Lo que a mis oidos ha llegado, es que Stravinsky había reprochado anteriormente a Saint-Saëns por la sonata que había escrito este para fagot y piano. Criticaba el final del segundo movimiento de la sonata ya que el fagot entraba en un registro sobreagudo, nunca antes usado. En el estreno de "La consagración de la primavera", Saint-Saëns, vio que esta obra comenzaba con un solo de fagot en el mismo registro sobreagudo del instrumento, que llevó al enfado del compositor.
ResponderEliminarTe agradezco el comentario.
ResponderEliminarDe todas formas, parece que la sonata para fagot de Saint Saëns es de 1921, y la consagración de Stravinski, de 1912-13.
Como decía en mi post, esa historia tiene muchas lagunas, ni yo mismo me la creo, pero lo que tú cuentas tampoco parece posible, a no ser, claro, que te refieras a otra sonata para fagot de Saint-Saëns. Yo no conozco muy bien la obra de este compositor.
A lo mejor puedes arrojar algo de luz...